Matias Mauricio
¡Piazzollísimo!

Escribe: Matías Mauricio.

Pulblicado en Revista Hamartia. Jueves 11 de marzo del 2021

De la ciudad feliz a la ciudad de los rascacielos (1921-1936)
Sigo creyendo que Piazzolla es un disparo de asombro a la cabeza de los necios. Digo (es), porque este hombre -aunque haya partido en 1992- no se muere más. ¿Su arma? El fueye, la jaula, el bandoneón. ¡Sí, ese!, el del sonido endiablado, chirriante, cavernoso.
Y ya que escribo la palabra “sonido”, ¿no crees que hay algo de ‘mandato grande’ en sus nombres? Pronuncialos. Mejor dicho, paladéalos: ASTOR PANTALEÓN.

Astor: cinco letras. Dos vocales llenas de viento: a, o. Tres consonantes: la s deslizándose, la t desde la punta de la lengua saltando al vacío, la r vibrante. Hermoso nombre, ¿no?, seco, ni una hendija de duda, perfecto. ¿Y Pantaleón? ¡oh, mezcla de rey y de santo! Al parecer un homenaje a su abuelo. ¿Y si hubo algo más? ¿Y si todo fue un presagio, o un juego rimante entre Pantaleón y Bandoneón?, y es que Astor siempre fue un distinto.

Vino al mundo el 11 de marzo de 1921, y desde el vamos, cargó con una particularidad: un pequeño defecto en la formación de su pie derecho, (pie equinovaro), y con él, los gritos de bronca cada vez que oía la palabra ‘rengo’. Pero el que nace en una ciudad portuaria sabe enfrentar embestidas, sabe de lejanías: “Mi papá, Nonino, hizo el mismo camino que años después haría yo. Levantó su familia y emigró. Yo tenía 4 años (1925) y dejar Mar del Plata, a mis abuelos, mis tíos, mis primos, fue quizás el primer dolor que sentí en mi vida. En aquellos tiempos se viajaba en barco, así que la primera imagen que tengo de Nueva York es la misma que vieron otros millones de inmigrantes: la estatua de la Libertad.”

Leer artículo en HAMARTIA