Matias Mauricio
MANDRAGORA PORTEÑA: Entrevista a Matías Mauricio Por Diego Amorin

Nota publicada en Metafierro

Jorge Luis Borges señaló que las letras de tango conforman un inexplicable cuerpo poético, vasto y complejo, con el que se podría componer otra comedia humana como la de Balzac. Adentrarnos en ese sagrado bosque de monstruos es una aventura tan grande como la vida misma. Por eso, qué mejor que hacerlo de la mano de un poeta y letrista contemporáneo, Matías Mauricio.

Poeta, letrista, investigador del tango, gestor cultural, miembro de la Academia Nacional del Tango y la Academia Porteña del Lunfardo, docente del CETBA, títulos todos que reflejan con justicia una sólida trayectoria, pero que dejan intacta la pregunta central: ¿quién es y cuál es la búsqueda de Matías Mauricio, personaje singular que tienen encuentros en sueños con el espíritu José María Contursi?

¿Quién soy? A riesgo de tropezar en la respuesta: un desesperado, ¡Sí! Un desesperado de oficio “imaginero”. Y en esa caja, o si se quiere, en esa enfermedad sagrada del espíritu, voy andando, soñando, escarbando, y entonces el asombro, la sorpresa. Por caso, ya que nombrás a José María Contursi, me viene a la memoria la noche en la que se me apareció Homero Expósito; estaba recostado sobre el cordón de una vereda, envuelto en un nylon transparente, y giraba enrollándose y desenrrollándose como quien juega con un rollo de alfombra, lo raro no era esa escena, sino el saco que llevaba puesto, colores vivos y a cuadros. Tiempo después le relato el sueño a Nelly Expósito (la compañera Homero). Su respuesta fue: Matías, Homero tenía un saco como el que detallás.
No sé si respondí tu pregunta, pero mi búsqueda está allí: intentar vivir poéticamente, comunicándome con mis poetas, asombrándome con el ala de un pájaro que extrañamente acaba de caer en el patio de casa, perderme en una canción de Discépolo, qué sé yo…, creo que en todo hay un mensaje, un paso más hacia ese camino de búsqueda interminable.

Al escuchar con atención la letra de los tangos encontramos grandes poemas sobre los más variados temas, desde la muerte de Dios hasta el placer de volver a vivir en casa de mamá en la edad adulta (práctica -por no decir fatalidad psicomítica autogenerada- muy extendida hoy día entre numerosos exponentes del género). Más allá de la temática, está claro que no cualquier poema puede ser la letra de un tango. ¿Cuáles son las características que debe tener una letra o poema para poder considerarse un tango?

A mi juego me llamaste. Así como los pintores neoimpresionistas dominaban el puntillismo, lxs letristas de tango deben dominar las propias leyes de la letra para canción (diferentes al poema de libro). Primeramente, debe centrarse en el hecho comunicativo; una letra que no comunica es una letra muerta. Luego entregarnos el mensaje en los brevísimos tres minutos de la canción, sumando un perfecto maridaje con la melodía del compositor o compositora, y como si esto fuera poco, manejar medidas versales, ritmo, acentuaciones internas, juego de rimas, desarrollo de estribillo, etc. En fin, no todo poema es una letra de tango. La letrística es un mundo muy particular, no en vano Manzi y Discépolo dieron su vida al artefacto de la poesía de canción sin dar el salto a la poesía de libro.

¿Qué es entonces el “giro poético”?

Llamo “giro poético” a ese hallazgo, o destello que a veces se hace presente dentro de la canción. Quizá, una letra no comunique más allá de la mera historia contable y cantable, pero si en ella asoma el giro poético la batalla está ganada. Pensemos, en “ni el tiro del final te va a salir”; “trenzas de color de mate amargo”, “la vida es una herida absurda”, “Hoy vas a entrar en mi pasado”, auque -entre nosotrxs- esta frase pertenece al poeta francés Paul Géraldy.

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