LETRAS Y PARTITURAS
Capullo de miel
Tu piel...
Mintiendo tan mal
¿Por qué?
No ves que al final
De tanto jugar,
Tendrás que llorar
Sin nada en tu almohada,
¡Sin nada!...
Capullo de miel
Ya ves...
Qué triste es morir
¡Sin fe!...
O acaso ya estás
Cansada de amar,
Y de hundir tus sueños
En arena y cal.
Corre y ven...
A buscar tus cosas,
Las que ayer
Fueron mariposas.
Corre y ven...
Y quítate
El rouge y tu disfraz,
Para darme el beso
Del azul regreso
- Muñequita herida de amor -
Y otra vez amar
¡Sin mirar atrás!...
DOS METROS MÁS ALLÁ
(tango)
Letra: Matías Mauricio
Música: Agustín Luna
¿Adónde vas?
sentate un rato–me dijiste–.
¡No ves que está de invierno la ciudad!
Y en una suelta de palomas
me convidaste amanecer en otro bar.
Pero el amor
como lo breve de una rosa
se apaga tan de pronto, y al final
uno se queda en el silencio,
en el silencio de esta historia que se va...
Era tu amor, gota de sol,
era el silbo de los dos,
era el beso sin un precio,
eras todo, tal vez mi corazón.
Y hoy que no,
que ya no vuelven más
tus oleajes en mi piel,
me revuelco de ansiedad
¡errándole a la vida
dos metros más allá!
Después los dos
con un montón de luces nuevas
quisimos inventarnos otra vez
y en un intento a todo o nada
equivocamos los caminos de la piel.
Y en un final
como apretando una tristeza
debimos resignar lo que una vez
era el amor con sus banderas
y hoy es apenas un bosquejo en un papel.
Era tu amor, gota de sol,
era el silbo de los dos,
era el beso sin un precio,
eras todo, tal vez mi corazón.
Y hoy que no,
que ya no vuelven más
tus oleajes en mi piel
me revuelco en soledad
¡errándole a la vida
dos metros más allá!
(Coda)
¿Adónde vas?
sentate un rato –me dijiste–
¡Pero no ves que estoy dos metros más allá!
Letra: Matías Mauricio
Música: Leandro Nikitoff}
Adiós, te digo adiós,
ya no te puedo perdonar
no ves que tengo el corazón
desesperado de esperar.
Adiós, te digo adiós
y me dan ganas de llorar,
de odiar al sol que alguna vez
nos vio trepando la ciudad.
Adiós a tantas cosas del ayer,
al beso en la vereda de los dos…
Con la ternura que te di
tal vez comprendas corazón,
lo mucho, mucho que perdí.
Pero es tu voz
la nieve negra de tu voz
que me gatilla el corazón
y me golpea.
Tu voz
fantasma gris en mi canción,
espina y pena de un amor
que me condena
a vivir desangelado
como un pájaro atrapado
en el país del desamor.
Siento tu voz
la nieve negra de tu voz
que vuelve siempre del adiós,
¡y ya es una obsesión!
Adiós, ya ves me voy
con el misterio de tu piel
y es triste ver como tu voz
se va llevando lo que amé.
Adiós, ya ves me voy
total, qué importa si una vez
por camuflar mi vanidad
se me olvidó quererte bien.
Adiós a tantas cosas del ayer,
al beso en la vereda de los dos…
Con la ternura que te di
tal vez comprendas corazón,
lo mucho, mucho que perdí
Cuando quise darle un vuelco a tanta trama
Y en tu cama desatar un aluvión;
Vos huiste como un pez en la tormenta
Como un tren en la desierta
Vía muerta del amor.
Cuando supe que a la cuerda de tu cuerpo
Sólo suben los que saben perdonar,
Se me dio por acampar entre tus brazos
Y en un viejo hotel de paso
Nos echamos a volar.
Yo tenía un corazón con dos ventanas,
Vos hablabas de un país y de un amor.
Yo soñaba tantas cosas, que soñando
Me olvidé cómo se escribe una canción.
Yo soñaba tantas cosas, que soñando
Me olvidé cómo empezaba esta canción.
Y así fue, me abandonaste en la frontera
De manera que no supe distinguir
Que en la cresta de la ola de tus labios
Sólo flotan los resabios
De los besos que te di.
Pero todo el que te espera desespera
Y esperarte es un café con gusto a sal,
Una selva de cuchillos en los huesos,
El bostezo de otro beso,
Y otra vez la soledad.
Yo tenía un corazón con dos ventanas,
Vos hablabas de un país y de un amor.
Yo soñaba tantas cosas, que soñando
Me olvidé cómo se escribe una canción.
Yo soñaba tantas cosas, que soñando
Me olvidé cómo se canta esta canción.
Hoy por ejemplo
Somos
un tren de lejanía
que rueda por el mundo
sin rumbo y sin vigía.
Somos
el beso que se apura,
el sexo en la tormenta,
tal vez una aventura.
Somos
la historia viviente
de alguien que miente
su paso al andar.
Somos
la culpa que delega,
el tiro por la espalda,
las cartas que no llegan.
Y sin embargo
al pie de la derrota
a veces también brotan
los duendes del amor.
Ese paisaje de miel y mariposas
que ofrece entre sus cosas
un beso sanador.
Hoy por ejemplo,
un viento cotidiano
me enseñó que lo humano
cuando llega… es de a dos.
Como el milagro
de ver que en nuestra casa
y hay alguien te abraza
y empuja junto a vos.
Fuimos
la historia de otras vidas
y algún adiós que deja
cristales en la herida.
Fuimos
testigos indefensos
de un dios desangelado
llevándose lo nuestro.
Fuimos
tal vez el zarpazo
del último abrazo
que vuelve a empezar.
Somos
la culpa que delega
el tiro por la espalda
las cartas que no llegan.
LA OTRA BUENOS AIRES (milonga suburbana)
Letra: Matías Mauricio
Música: Pablo Nemirovsky
Perdidos en la neblina los perros de la lluvia
deambulan asustados buscando un callejón.
La noche es un fantasma que gira en la locura
y arroja en las veredas sus restos de cartón.
La cara de la muerte se oculta en los tejados,
un ángel y una travesti se encurdan en un bar.
Al fondo de la calle dejaron olvidado
al pibe que limpiaba tu vidrio por un pan.
Y en ese rincón del bar “Quita penas”
las mesas preguntan qué ha sido de él,
tal vez lo esperaba la muerte postrera
en una emboscada de alcohol y dintel.
O acaso los transas que buscan comida
detrás de un pasillo con luces de andén
lo están desvistiendo de barro y neblina
llevándolo al cielo en el último tren.
Y así en mi Balvanera, La Noria o Puente Alsina
el cielo ha desatado su trágico crespón;
y ahora en estas calles tan solo se respira
la mugre de esta absurda ciudad sin corazón.
LUCRECIA EN BUENOS AIRES (Chamamé)
Letra: Matías Mauricio
Música: Diego Alberto
El tren se la fue llevando lejos…
era un dos de enero.
La infancia se le moría
en la niebla azul de un andén pueblero.
Su padre que le decía
-Lucrecia no tengas miedo.
Adiós, le dijo a sus sauces,
adios, a su novio islero.
Después la ciudad maldita, el cuento
el jornal perverso,
boyando de villa en villa
fue changadora
allá por San telmo.
Lucrecia piel del estero
ojitos de camalote
el río que te acunaba
ayer se olvidó tu nombre.
Y ahora en Buenos Aires
lágrima y cemento
cuando tiempo
huele un naranjal
y se inventa un cielo
y a su novio que la llama
con el beso largo
de su río Paraná.
MIMO
(A Homero Expósito)
Letra: Matías Mauricio
Música: José Ogivieki
Tu gigante curda de inventar poemas
perfumó de tangos todo el bodegón,
y en aquella casa la de los noventa
aprendí tu verso del naranjo en flor.
Yo no sé qué hiciste para dar el salto
y arrastrar estrellas rumbo al callejón,
alumbrando al hombre, al ratón y al gato
para que nos duela menos tu canción.
¡Homero!...
El de la luz en la palabra,
el de los pájaros en llamas
tan profético y astral.
¡Homero!...
El del amor desenfrenado,
con su color de mate amargo
y el milagro de percal.
Quién sabe...
en qué luna de papel,
en qué estrella, en qué cancel
andarás ¡hermano mío!...
junto al loco Baudelaire.
En las frías noches vaga por Corrientes
la muchacha aquella, la de tu portón,
la que sin saberlo, sorpresivamente
frente al Obelisco se crucificó.
Inmolada en sombras dicen que te nombra
con la trenza de ocho y en su piel de ron
van tus valsecitos y se vuelve loca
por un mimo tuyo, por un beso en flor.
MONTEVIDEANA (vals)
Letra: Matías Mauricio
Música: Javier Arias
Llegaste un día de la otra orilla
a curarme de la soledad.
Llegaste un día con tus caricias
y esa hermosa manera de amar.
¿Será que ahora con tu sonrisa
todo puede salirnos mejor?
Toqué tus labios, sentí en tus manos
el latido de mi corazón.
Era una esquina, la madrugada,
veredas viejas, Parque Lezama,
cuando al mirarte creí en nosotros
Montevideana…
Desde esa noche nos compartimos
la misma luna, la misma almohada,
tus ojos verdes, tus pies tan tibios
son mi alimento, son mi perfume
Montevideana…
Después de un tiempo te fui contando
esa historia que me hizo tan mal,
“suele pasarnos” vos me decías
“lo importante es poderla soltar”.
¿Será que entonces vos ya venías
de un amor que apagó su color?
Cuando te acuerdas se te hacen trizas
los tablados del Parque Rodó
Responso para un viejo hachero
Letra: Matías Mauricio
Música: Andrés Pilar
Retumban adentro 'el monte
los pasos de Don Arsenio.
Ya sabe que ha malgastado
su sueldo de jornalero.
El hacha sobre la espalda,
y atrás el salamanquero,
lo macha y le canta coplas
robándole así los sueños.
Qué vida la de este hachero,
andar metido en los montes.
Qué sólo se está muriendo
bajo un solazo de cobre!...
El grito de las cigarras
le pesa como la muerte.
Y a cada voltear de tronco
le llora un ramaje verde.
Por eso en la noche agreste
el hacha de la baguala
llorando a su compañero
lo duerme, después lo mata.
Siempre tú (tango)
Letra: Matías Mauricio
Música: Javier Arias
Unos ojos hermosos y un sol, siempre tú.
Mi mayor aventura de amor, siempre tú
Yo no supe olvidarte y volví a soñar
con tus ganas enormes de amar y amar,
y aunque quiera arrancarte de mí, siempre tú.
Un cielo y un jazmín
Letra: Matías Mauricio
Música: Edgardo Acuña
Traías en tus manos mojadas de silencio
los sueños apretados, cansados de callar.
Y en un abril de asombro, -gaviota sin regresonos
dimos esos besos que ya no vuelven más...
Después llegó el hastío, el tiempo de acechanzas
y en la desesperanza, los golpes del revés
me ataron al castigo de andar en este drama
que siempre nos reclama gritando, ¿para qué?
Y ahora que se fue
la lluvia de ese abril,
tendré para los dos
un cielo y un jazmín.
Tendré para los dos
mi sueño de gorrión,
la noche en un candil,
tu nombre en mi canción.
Y si no vuelves más,
si ya no puede ser
tendré para los dos
la angustia del después.
Ya ves... no presentimos
que es débil la esperanza,
de los que se enamoran
sin culpas ni razón.
¿Te acuerdas esa noche vestida de neblina?
temblabas en mis brazos cuando te di de amar.
Y así te fuiste yendo, -gaviota a la derivaamante
fugitiva de un cielo que no está.
Tal vez en estos versos encuentres que te llamo,
que en vano te reclamo los besos del ayer,
que somos como un cuento, un cuento mal contado
que trae del pasado su gris atardecer
Letra: Matías Mauricio
Música: Saúl Cosentino
Ya sé que no vendrás pero te espero
Sentado en el umbral de la esperanza,
Las flores del geranio ya se han muerto
Mi casa sin tu voz, ya no es mi casa.
Lo saben estos besos que me sobran
Y el miedo de mi piel sobre la cama,
Ya sé que no vendrás pero tu sombra
Gotea despacito y no se va...
Y te llevaste mi sonrisa,
Mis ganas de soñar y mi ternura
Que ya era tuya.
Y aquella vez cuando dijimos:
¡Hoy la lluvia nos trajo muchos besos a estrenar!
Y me dejaste tan a oscuras,
Palpando entre las sombras las migajas
De lo que amaba.
Pero es inútil, sin tus caricias
La vida pasa y otra vez ya no vendrás.
Y ya que no vendrás será preciso
Beber un trago más de tu nostalgia,
Después matar la flor y aquel hechizo
De hacernos el amor con la mirada.
Por eso al conversar con los silencios
Que inundan los rincones de esta casa,
Entiendo que tu adiós es el recuerdo
Que duele, que se ha muerto, que no está.